LIBROS
















EL OCIO HUMANISTA
DIMENSIONES Y MANIFESTACIONES ACTUALES DEL OCIO



Manuel Cuenca (2000) en su texto, Ocio humanista. Dimensiones y manifestaciones actuales del ocio, señala que no es sino a partir de 1988 que esta corriente empieza a ser estudiada en la Universidad de Deusto, España, en donde ha cobrado auge. Cuenca es uno de los fundadores del Instituto de Estudios de Ocio y ha venido trabajando para “ofrecer elementos de reflexión que permitan enfocar el estudio del ocio de un modo más global”, preocupado por delimitar los conceptos y campos de acción. Su intención es escribir los rasgos del ocio del “nuevo ciudadano” en una visión interdisciplinaria, no en un tratado de sociología, ni una reflexión filosófica. En esta presentación el autor ubica al Instituto en una clara dimensión humanista (ibíd. 2000. p 15), frente a la que de inicio diferimos en varios aspectos de los que daremos cuenta en su momento.

Para Cuenca existen diferentes concepciones del tiempo, entre ellas la del tiempo industrial. El tiempo objetivo, medible y cuantificable es el tiempo social, “pero el ocio, entendido como vivencia humana, se relaciona necesariamente con nuestro tiempo personal y subjetivo”. La diferencia entre ocio y tiempo libre entonces está relacionada con cómo se vive la experiencia, pues “el hecho de tener tiempo libre no implica vivir el ocio” (ibíd. 2000. p 21). En este sentido, el ocio es para este autor sinónimo de ocupación, gustosa y querida.

Las condiciones sociales en las que el ocio se ha incrementado según el autor son las que hemos designado como de flexibilización, “aumento del tiempo libre, con la consiguiente reducción de la jornada laboral, el retraso de los jóvenes en su incorporación al trabajo, el adelanto de la jubilación y el aumento de las expectativas de vida…” además de otras como la elevación en el nivel educativo, o el acceso masivo a los medios de locomoción y a las tecnologías de la comunicación, que “han favorecido el desarrollo de unos estilos de vida en los que el ejercicio del ocio tienen una gran incidencia, personal, económica, política y social” (ibíd. 2000. p 30).

Subraya que en general nos hemos resistido a hablar de ocio, pero que su práctica se ha hecho presente en la vida cotidiana, aunque para algunos se reduce a una ocupación, “para otros viene a ser práctica de actividades no obligadas, deseadas y queridas” aludiendo más a un carácter voluntario y personal del uso del ocio. En el siglo XX el nuevo tiempo social –dice- se ha centrado en el ocio, pues “un ciudadano de un país desarrollado no sabría vivir sin televisión, deporte, cultura, viajes, música moderna o vacaciones” (ibíd. 2000. p 31). En esa idea de que el ocio es una cuestión que atañe más a la voluntad personal dependientemente de la clase social, el trabajo o la relación capital-trabajo, cree que el ocio es “un cuestionamiento directo de cada cual consigo mismo, de cómo ser un poco más libre para hacer lo que queremos y nos gusta hacer” de ello se supone, dependería realizarnos o sentirnos mejor (ibíd. 2000. p 32). Por supuesto se refiere a ciudadanos de países desarrollados y urbanos.

Este autor habla de tres indicadores referenciales: a) disposición temporal, b) actividades y c) consumo. En primer lugar el ocio como disponibilidad de tiempo libre que ha sido posible gracias a diversos aspectos, que han contribuido a borrar la frontera entre tiempo de trabajo y tiempo libre. En segundo lugar el ocio visto como una serie de actividades que relaciona con las artes; ir a museos, a conciertos de música, leer etc. Resalta la idea de que estas ocupaciones “dependen de la libre elección personal de cada uno, pero también de las oportunidades para poder realizarlas” (ibíd. 2000. p 38). Establece diferencias entre actividades prácticas, intelectuales, físicas o sociales, según él las actividades por excelencia son el turismo y la televisión.

En tercer lugar indica la importancia de medir el ocio por el nivel de consumo. Supone que esta “relación del ocio con la sociedad de consumo es algo tan cotidiano que no necesita demostración”. Presenta al ocio como asociado a los valores hedonistas (placer, bienestar, felicidad etc.) y que “tener, comprar y consumir son verbos esenciales para entender el modo en el que se nos quiere vender el ocio”, aludiendo a un tercero que pretende darnos una visión ideologizada (ibíd. 2000. p 43). Llega a la conclusión de que “ir de compras” es la primera afición o entretenimiento del ocio, derivada de un aumento en los gastos de ocio que las familias españolas realizan en actividades de recreación, como el turismo, la compra de revistas, la televisión, la lotería y los juegos de azar. Retoma las ideas de Pierre Laine quien señala que solo se accede a la verdadera vivencia del ocio, en las naciones en las que han logrado un cierto nivel de prosperidad, en sentido contrario “cuando el tiempo libre y el consumo son débiles, la búsqueda de adquisición y producción de bienes primarios atrofian el gusto por el ocio y la cultura” (ibíd. 2000. p 45). Pero las actividades de ocio no son solo cuestión de consumo, sino también “la educación debe ayudar a los ciudadanos de hoy a que el tiempo libre se convierta en auténtico ámbito de humanismo” (ibíd. 2000. p 46), suponiendo que el acceso a la educación fuera para todos.

Al igual que Munné, Cuenca (2000) tienen como preocupación principal clasificar las funciones del ocio, para lo que se auxilia de Dumazedier, y de R. Sue (1980) , de éste retoma las funciones psicológicas, sociales y económicas del ocio. En este sentido, agrupa las características del ocio humanista en cuatro, que son:

a) la vivencia lúdica (como juego) que luego transforma y relaciona con la alegría y los hobbies.

b) la liberación, que está relacionada con la falta de obligatoriedad, con la voluntad de querer hacer algo y la satisfacción de realizarlo.

c) el autotelismo (referido a fines y medios), trabajo y ocio son ámbitos diferenciados, no necesariamente interdependientes. El trabajo es un medio para ganar dinero, “el ocio, entendido en su sentido más puro, es un fin en sí mismo, busca la realización de algo sin pretender otra cosa a cambio de la acción”.

d) la formación sobre todo humanista que será “el mejor antídoto para soportar los embates de la propaganda, los impulsos de la moda o los estragos de una vida precipitada e irreflexiva” (ibíd. 2000. pp. 68-69).
Cuenca concluye que el ocio no es tiempo libre, ni una actividad sino “un modo de ser y percibir, un derecho, si se quiere, un ámbito de la experiencia humana” eventos de los que destaca el ocio:

a) como autorrealización, en el sentido de que somos los únicos sujetos y protagonistas de la libertad para que se haga del ocio “la fuente de satisfacción, alegría y creatividad del mundo”.

b) se considera un derecho pues es una experiencia irrenunciable al que todos los seres humanos tienen acceso, reconociendo sus derechos humanos como ciudadanos.

c) como calidad de vida que “tiene que ver en la actualidad con las distintas necesidades humanas y su satisfacción, desde unos parámetros sociales y humanos equitativos y justos” (ibíd. 2000. pp. 70-77).

Hasta aquí podemos decir que mucho del discurso de Cuenca (2000), es una clara manifestación del giro teórico hacia la recuperación del sujeto, en el que las condiciones sociales se perciben como ya dadas, no se ven las situaciones históricas que dieron paso a este nuevo escenario, ni mucho menos el proceso histórico del capitalismo en esta etapa. En especial el autor hace girar en torno al ocio y su visión humanista, casi todas las consecuencias de la que hemos denominado acumulación flexible de capital, en un intento por regresar la responsabilidad al individuo. En esta perspectiva, le compete solo al sujeto liberado la posibilidad de cambiar su entorno por uno más justo y equitativo, en el que la vida comunitaria y las instituciones serían copartícipes de un mundo en el que los ciudadanos serán felices. Desde mi punto de vista ésta sí es una visión ideologizada, en el sentido de que oculta las condiciones reales del desarrollo capitalista en el que se inserta el tiempo de ocio, desde su postura euro-céntrica o de los países desarrollados, en una idea de minimizar el trabajo y exaltar el ocio.


REFERENCIA
Cuenca, Cabeza (2000). Ocio humanista: Dimensiones y manifestaciones actuales del ocio. Bilbao. Universidad de Deusto.